Todo a mi paso parecía incierto, como si la vida fuera un súbito pasar
por inesperados momentos donde el miedo se apoderaba, impidiéndome lograr concentrarme en mis quehaceres
diarios.
Algo sucede, como si el tiempo y todo a mi alrededor se
detuviera, subiendo por mi alma y estremeciendo algo que solo evocaba el
recuerdo de mi padre. Fue en ese mismo instante que él partía a un viaje sin
retorno, al menos por un tiempo
que solo Dios sabe. Lo sabía, pero
nuestra coraza deshumanizada, me impidió aceptar lo que sentía, lo que sabía.
De pronto suena el teléfono, un reflejo involuntario me hace contestar escuchando
las palabras del médico informándome. Entonces entendí que mi padre, a pesar de
haber sido una persona descariñada y porque no decirlo también inconciente,
estaba profundamente conectada conmigo, esto que reflejaba el amor que
sentimos uno por el otro y el perdón por no haberlo manifestado en vida.
Ahora se que el no estar con nosotros le permitirá estarlo, tal vez no
de la forma terrenal, pero si espiritual, eso es gratificante porque aunque
sabemos lo importante que es tener VIDA, ésta no lo sería si no muriéramos, en
ambos estados aprendemos y crecemos. Un proceso difícil y necesario para la
reflexión, la superación, la sanación y finalmente “el cambio”.
febrero - 2012
BUEN VIAJE... UN ABRAZO, TU HIJA
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