viernes, 2 de agosto de 2013

Osho: Extracto del libro de la mujer




La psicología de la mujer ha sido corrompida por el hombre diciéndole cosas que no son ciertas, convirtiéndola en una esclava del hombre, reduciéndola a la categoría de ciudadano secundario del mundo. Y la razón de ello es que él es más poderoso muscularmente. Pero el poder muscular es parte de la animalidad. Si es eso lo que va a decidir la superioridad, entonces cualquier animal es más musculoso que un hombre.

Pero las verdaderas diferencias existen ciertamente, y tenemos que buscarlas detrás del montón de diferencias inventadas. Una diferencia que veo es que una mujer es más capaz de amor que un hombre. El amor del hombre es más o menos una necesidad física; el amor de la mujer, no. Es algo más grande y más elevado, es una experiencia espiritual. Por eso, la mujer es monógama y el hombre es polígamo. Al hombre le gustaría tener a todas las mujeres del mundo, y aun no estaría contento con ello. Su insatisfacción es infinita.

La mujer puede sentirse satisfecha con un amor, absolutamente satisfecha, porque no mira el cuerpo del hombre, mira sus cualidades más profundas. No se enamora de un hombre que tiene un hermoso cuerpo musculoso, se enamora de un hombre que tiene carisma —algo indefinible, pero inmensamente atractivo—, que es un misterio a explorar. No quiere que su hombre sea tan sólo un hombre, sino una aventura en el descubrimiento de la conciencia.

El hombre es muy débil en lo concerniente a la sexualidad; sólo puede tener un orgasmo. La mujer es infinitamente superior; puede tener orgasmos múltiples. Y este ha sido uno de los asuntos más molestos. El orgasmo del hombre es local, confinado a los genitales. El orgasmo de la mujer es total, no está confinado a los genitales. Todo su cuerpo es sexual, y puede tener una bella experiencia orgásmica mil veces mayor, más profunda, más enriquecedora, más nutritiva que la que puede tener un hombre.

Pero la tragedia radica en que todo su cuerpo tiene que ser excitado, y el hombre no está interesado en ello, nunca ha estado interesado en ello. Ha utilizado a la mujer como una máquina sexual para aliviar sus propias tensiones sexuales. En cuestión de segundos ya ha terminado. Y para cuando ha terminado, la mujer ni siquiera ha comenzado.

Un hombre debería hacer el amor de la misma forma que pinta un pintor —cuando siente que un vivo deseo llena su corazón— o como un poeta compone poesía, o como un músico toca música. El cuerpo de la mujer debería ser tratado como un instrumento musical; lo es.

El hombre es muy egoísta. Por eso lo llamo chovinista, machista. El hombre ha creado esta sociedad, y en esta sociedad no hay lugar para la mujer. ¡Y ella tiene tremendas cualidades propias! Por ejemplo, si el hombre tiene la posibilidad de la inteligencia, la mujer tiene la posibilidad del amor. Esto no significa que ella no pueda tener inteligencia; puede tenerla, simplemente hay que darle la posibilidad de que la desarrolle. Pero el amor es algo con lo que ha nacido, ella tiene más compasión, más dulzura, más comprensión...

La mujer puede aportar una ayuda inmensa para crear una sociedad orgánica. Ella es diferente del hombre, pero a un nivel igual. Ella es tan igual a un hombre como cualquier otro hombre. Ella tiene talentos propios que son absolutamente necesarios. No es suficiente ganar dinero, no es suficiente llegar a tener éxito en el mundo; es más necesario un bello hogar, y la mujer tiene la capacidad de transformar cualquier casa en un hogar. Ella lo puede llenar de amor; ella tiene esa sensibilidad. Ella puede rejuvenecer al hombre, ayudarle a relajarse.

No hay necesidad de que el hombre se sienta inferior a la mujer. Toda esa idea surge porque pensáis en el hombre y en la mujer como dos especies distintas. Pertenecen a una misma humanidad, y ambos tienen cualidades complementarias. Ambos se necesitan mutuamente, y sólo cuando están juntos están enteros... La vida hay que tomársela con calma. Las diferencias no son contradicciones. Pueden ayudarse mutuamente y realzarse inmensamente. La mujer que te ama puede realzar tu creatividad, puede inspirarte a alcanzar cimas que nunca has soñado. Y ella no te pide nada. Simplemente quiere tu amor, que es su derecho básico. 

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